El swing utiliza los instrumentos habituales del jazz: una sección rítmica formada por piano, contrabajo y batería, metales como trompetas y trombones, vientos como saxos y clarinetes, y, muy ocasionalmente, instrumentos de cuerda, como el violín o la guitarra.

El swing utiliza preferentemente tiempos medios y rápidos, generaliza los riffs melódicos y libera la batería de algunas restricciones que había sufrido hasta entonces. El swing es un estilo de jazz básicamente orquestral, influenciado en mayor parte por la música europea. Destaca por haber aportado al jazz todo un seguido de innovaciones conceptuales importantes, como por ejemplo la de incrementar el nombre de miembros de las formaciones al duplicar los instrumentos.

Otra característica es el hecho que la batería sea el único instrumento con una función totalmente rítmica, lo cual proporciona una relevancia especial en el motor de todo el conjunto. Otros aspectos a destacar tienen que ver con la revalorización de los temas melódicos, que establece una estructura invariable de piezas i se regulariza mecánicamente la relación entre las partes de un tema. A la vez, utiliza, como recurso de tensión, el riff (frase rítmica corta repetida muchas veces). El swing ha llevado también a la consolidación de los registros altos de los instrumentos, con presencia sobre los bajos o, incluso, sobre los medios, cosa que condiciona notablemente el resultado sonoro del conjunto, alejándose de la opacidad de timbres.