El Flamenco es nuestra expresión popular más auténtica. Hoy en día goza de un gran reconocimiento internacional, por lo que desde Dolmen Dance queremos ofrecer todas las posibilidades de este arte desarrollando así la coordinación, desarrollo de la motricidad, ritmo, percepción y control del espacio.

La danza flamenca es un baile propio del género artístico español, especialmente apreciado por sus movimientos emotivos usando los brazos y por los golpes rítmicos con los pies, y por el despliegue de virtuosismo y belleza usando castañuelas o abanicos. El baile es principalmente improvisado en torno al ritmo o «palo» flamenco.

Esta danza encuentra su origen a mediados del siglo XVIII, aunque se presume que existía desde mucho tiempo antes. Esta forma de baile nace en la provincia española de Andalucía, en medio de una comunidad formada por gente de diversas culturas, adquiriendo características provenientes de todas ellas, entremezclándose para dar con una fórmula de bastante intensidad. Dicha comunidad estaba compuesta de gitanos, judíos, árabes y cristianos, por ende, se trata de una danza que entremezcla rasgos de la cultura musical local, de los cantos de la sinagoga, sonidos árabes y también de la cultura negra, gracias a los viajantes que hacían una parada antes de llegar al Puerto de Cádiz. Sin embargo, son los gitanos quienes aparecen como los grandes difusores de este baile, ya que fueron ellos quienes lograron de manera más exitosa la fusión de ritmos tan diversos en uno solo.

Dado el origen de la Danza Flamenca, no es muy difícil comprender la intensidad que ésta transmite. A través del movimiento refleja sentimientos como el amor y el desamor, la desesperación y la calma, así como también alegría y dolor, que encuentran su razón de ser en la marginalidad del pueblo en que nacen los ritmos flamencos.

La danza flamenca se configura como un baile en el que los movimientos tanto de manos, como pies y brazos deben ser de una alta precisión, aunque el bailarín debe ser capaz además de tener la flexibilidad necesaria para improvisar dentro de ciertos márgenes y pautas. Los movimientos típicamente masculinos se caracterizan por el zapateo, un intercambio constante de pasos y golpeteos de planta y talón.